La burocracia pestilente

 




Aquella opinión, que doña Lucrecia Zapata sólo pudo entender cuando hacía la fila interminable del servicio de teléfonos, fue la única sincera que alguna vez pudo expresar el abuelo. Ruperto Zapata Sotelo, la reliquia prehistórica de aquel pueblo de antaño convertido hoy en ciudad, solía visualizar sus ideas en forma de fósil anacrónico con el único fin de emitir de modo solemne afirmaciones como la que una vez le lanzó a su propia hija: «acuérdate siempre que en este país nunca dejarán de hacer fila».

Lucrecia Zapata se desbordó de agotamiento, dentro suyo una tripa dolorosa y nunca purgada la presionaba por la fila tediosa, por el aire de peste que se respiraba entre los que estaban delante y tras suyo, por la burocracia pestilente, por la fila de porquería de aquel último día de junio.

Tras casi dos horas de espera la voracidad de la fatiga destruía rápidamente el ánimo del montón de cristianos que, como único consuelo, vomitaban las críticas por la incoherencia de pensar que un servicio privado se supone mejor que un público.

ー ¡El único servicio eficiente de esta empresa, es su servicio de cobranzas! ーespetó un hombre de pies hinchados.

ー Vaya a saber Dios qué tendrán en la cabeza ーindicó una mujer estragada por la tormentosa esperaー si cuando uno se demora un minuto en pagar ya le han llamado mil veces, pero cuando ellos dan un pésimo servicio nada hacen.

ー Es más fácil contratar el servicio pero más que imposible resulta terminarlo ーreclamó un hombre maduro, y lo hizo con tanta convicción y tenacidad que todos supieron que era verdad.

ー Pero ellos te voltean al derecho y al revés según les sea conveniente ーindicó severo un sujeto que cargaba el típico olor a trabajo duro.

ー ¡Y en el sector público es peor! ーafirmó una señora desmigajada por la vida.

Lucrecia Zapata deambulaba en un mar de fantasmas sonámbulos compuesto por las llamadas insistentes demandando el pago oportuno, el acoso incesante de una compañía que se supone está contigo y no contra tí, y por el sentimiento de que el cobro te lo hacen por adelantado y no contra entrega.

Recuerdos inciertos recorrieron su mente, pasaba que a Lucrecia Zapata la extenuaba la fila eterna, pero la consumía la inminente derrota que trae consigo la nostalgia.

ー El abuelo tenía razón ーalcanzó a decir la mujer justo un instante antes de que el guardia del servicio privado de telefonía anuncie que ese día ya no atenderían más porque era hora de cerrar.

(Imagen tomada de: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fterapiasnaturalescartagena.com%2Fnoticias-inicio-curso-2020-2021-en-escuela-tenac%2F&psig=AOvVaw1ryR_MNhoObuYRXj8fOJ5E&ust=1625320130309000&source=images&cd=vfe&ved=0CAsQjhxqFwoTCLig-LrDxPECFQAAAAAdAAAAABAO) 

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