La vida da vueltas en círculo

 


Aquel hombre abandonado a una ceguera eterna, caminaba tanteando los signos indescifrables de la existencia, su propio instinto, fundado en el vuelo de las polillas y en el polvo que flotaba al sol, era lo único que le comunicaba con la realidad.

Aquella tarde, mientras bebía de su tutuma, empezó a hablar inspirado por un sentido de certeza y honestidad impenetrables. No se intimidó por vivir en el corazón de aquel trópico esclavizado por el poder donde todo era azul, tampoco le importó la conturbación de quienes le oían y menos le interesó la advertencia hecha amenaza que más de uno se atrevió a lanzar.

— Voy a hablar como se me dé la gana —replicó— van a ver cómo tengo razón. 

Cuando empezó a explicar con detalle los catorce años de abuso, tenía la ropa embadurnada de sudor y el vientre respirando entrecortado. Las menciones a los contratos de las empresas públicas, los acuerdos turbios de venta de gas, los camiones aduaneros nunca investigados, las barcazas chinas, los múltiples sobornos y la poca vergüenza de un gobierno que supo imponer a fuerza de ojota y garrote una dictadura disfrazada de victimismo y discriminación, fueron irrevocablemete rechazadas por una masa humana que prefería vivir a la sombra de la mentira.

Con el hígado hinchado y bajo un calor intenso, el ciego dio entonces una muestra irrefutable de su imparcialidad: rememoró que ya en la Colonia el español hacía y deshacía a placer en un Nuevo Mundo que tuvo que tragarse todo lo malo del Viejo, refirió con puntos y comas y con nombres propios y ajenos que primero los ricos de la plata y luego los dueños del estaño movieron cielo y tierra para socavar montañas y ultrajar minas, manifestó con un aire de muerto que desde siempre los poderosos eran más poderosos y los pobres más pobres y, cuando de su piel ya brotaban burbujas verdes que olían a sudor, afirmó que los dictadores del siglo pasado eran poco menos que el estiércol que ellos usaban en el campo de sembradíos. Extasiado reclamó porque ni los líderes de la derecha ni los jefes de la izquierda supieron darle dignidad a su pobre país y finalmente, absorbido por la ciénaga de sus ideas, sentenció:

— La vida da vueltas en círculo, hoy nos joden unos, ayer nos jodieron otros y mañana nos joderán otros más.



(Imagen tomada de: https://innlivenetwork.files.wordpress.com/2011/09/3898e-blindman.jpg) 

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