La confesión de José Carreño

Al amanecer, después de una noche de enmarañadas pesadillas, se abrió paso a empeñones y se fue a la plaza del pueblo. Su destino final no era aquel, pero ahí estaba la iglesia en la que lo habían bautizado hace ya muchos años, el lugar donde una vez pensó casarse y el único sitio al cual sus padres le habían inculcado respeto. Pensaba confesarse, no por un repentino sentido de cristiandad, pero sí porque la noche anterior su extinta madre, hilvanada con sueños de neblina, se lo había solicitado.

ー Bienvenido hijo mío ーle dijo el párroco del templo cuando lo reconoció.

ー He venido a confesarme ーle dijo José Carreño.

Las tejas podridas del templo destilaban un aire claro y que se clavaba como estilizadas columnas en el piso de la iglesia, a su paso un pequeño polvillo parecía flotar indiferente.

Cuando José Carreño empezó a hablar, el cura no supo si lo que oía era una lista de los pecados de los otros pero nada de los propios. Pasaba que el hombre creía que hacía todo bien cuando en realidad las cosas le salían mal.

ー Padre han pecado los opositores porque no quieren respetar la ley, por eso se han ganado que se les levante la mano ーafirmó con certeza y asumiendo un aire reflexivo.

ー Pero que yo me acuerde, hijo ーreplicó el párrocoー en los años de tu gobierno ustedes tampoco cumplieron la ley y hasta violentaron la Constitución solo para que su líder eterno sea reelegido presidente, ya ante de ello hicieron y deshicieron con la norma que mejor les vino en gana y amparados en una justicia servil a sus intereses.

José Carreño se contrarió, sus ojos se dilataron y sus fosas nasales se encresparon. Si no fuese el cura del pueblo el que le reprendía, ya hubiese lanzado una sarta de insultos envueltos en escupitajos de ofensa.

ー Padre, los opositores son corruptos, roban al pueblo y están metidos en negocios oscuros ーaseveró nervioso por la inesperada reacción del clérigo.

ー Tú y tus amigos han hecho lo mismo hace no mucho tiempo y lo siguen haciendo hoy en día ーle respondió el hombre de Dios ー ¿o qué significa usar toda la administración pública para beneficio propio?, ¿y qué me dices de los millones robados por gente de tu partido?, ¿o de los rumores de que en este país la droga ilegal es la nueva normalidad?, ¿o la realidad de que coaccionan a sus propios partidarios para llenar sus actos de proclamas populares al mejor estilo de un dictador?

El peso de los hechos y la certeza de la evidencia socavaron la paciencia de José Carreño. Su primer impulso fue acusarlo de instrumento de la derecha, luego pensó que podía acusarlo de racismo, pero finalmente decidió levantarse en silencio y salir de la iglesia para perderse en la multitud de bloqueadores y autoconvocados.

El religioso lo supo desde el principio: el hombre corrupto siempre medirá la paja del ojo ajeno antes que la viga del propio párpado.



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(Imagen tomada de: https://www.infocatolica.com/blog/nonmeavoluntas.php/1605120401-iel-confesionario-una-sala-de) 

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