Eufronia Valle, su concubino y la hipocresía


Cuando Eufronia Valle se dio cuenta que su accionar era hipócrita ya era tarde para enmendar las heridas del pueblo. Sucedió una mañana en que escuchó al ministro de turno afirmar que los bloqueos dañaban económicamente a Bolivia.

— Pero… y los bloqueos que nosotros hicimos por tantos años, ¿no dañaban económicamente al país? —le preguntó a su concubino.

Ernesto Soto la miró, nunca había podido entender a su mujer ni a su horrible manía de cuestionarlo todo. Aquel mal hábito había empezado el día en que, para su mala suerte, ella había decidido empezar a estudiar en la universidad; hasta entonces todo era paz, ella hacía lo que él pedía y si había que bloquear, bloqueada, si había que tirar piedras, se las arrojaba, si debía llorar ante las cámaras, se lloraba. Ahora todo era distinto, ahora su concubina era una mujer que no cumplía con la premisa básica del partido: no pensar por cuenta propia. Era por eso que casi nunca la metía en asuntos importantes, era por ello que últimamente ella solo servía en la cocina o en la cama.

Lo que Ernesto Soto no sabía era que su mujer era una mujer mucho más inteligente que él, y si le aguantaba sus aires de cocalero mandón era porque un día ella tuvo la debilidad de darle dos hijos y recién se dio cuenta de lo bruto que era el marido cuando los libros le abrieron los ojos.

— Es que es hipócrita decir eso sí nosotros mismos hemos hecho más daño al país y por muchos más años. Peor si te pones a pensar que dinero del estado es el que usan para pagarte, a ti y a tus amigotes, solamente para bloquear y destrozar. Por unos centavos tú tomas la primera flota a la capital y te haces al patriota enarbolando una bandera multicolor.

— ¡Bah! — respondió el hombre.

ー Tú mismo sabes que a tus jefes no les interesas, que te mueven como ficha para seguir ellos mamando de la teta del poder. Para ellos es fácil darte unos pesos y que tú arriesgues el pecho y la vida.

ー ¡Pero el hijo del vecino el otro día casi se mata por defender el proceso de cambio! ーreplicó el hombre, pero de inmediato fue cortado por su mujer.

ー ¡Ah, no!, eso es mentira, casi se mata por estar de vándalo en las ciudades, porque él no fue ahí de santo angelito. Otra cosa es que hoy en día por ser del campo tus amigos se creen que pueden ser las eternas víctimas, y si les miran feo ya saltan con que es discriminación y hasta racismo.

Ernesto Soto no quiso discutir con su mujer, tomó sus cosas y se dispuso a salir, pero justo antes de irse su mujer le lanzó la conclusión certera de su análisis:

ー Es hipócrita criticar a los otros y no darnos cuenta que nosotros somos peores.

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(Imagen tomada de: https://www.yoprogramo.com/2015/09/12/hipocresia-patria/)

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