El cura, la peste y Dios

Cuando el cura del templo cayó enfermo, un viento de desolación movió los cimientos que sostenían la fe del pueblo. Por aquel entonces la peste barría con propios y extraños en un mundo preparado para todo, menos para un enemigo que no podía ni ver ni oler. 

El párroco no pudo encontrar peor momento para caer enfermo, porque lo hizo justo al día siguiente de una homilía en la que afirmó: «la fe lo puede todo», y que quedó grabada en la mente del vulgo porque un joven médico que acababa de instalarse en el pueblo, se animó a preguntar:

— ¿La fe puede vencer a la peste?

Y el cura ratificó:

— Puede. 

El sentimiento de confianza, que les duró apenas algunas horas, se hizo añicos cuando corrió el rumor de que aquella misma noche el cura había empezado una tos severa y una fiebre galopante. Para mal de males, el clérigo llamó a su sacristán ante quien escribió una carta de despedida porque estaba seguro de que él partiría al lado del Creador.

Cuando el sacristán leyó la carta en la plaza principal, el jóven médico limpiaba su instrumental a la luz de una vieja ventana en el cuartucho que logró alquilar sobre la calle de los gitanos. Cuando vio pasar el tropel de curiosos que corrían para escuchar la última voluntad del cura, no pudo hacer otra cosa más que sumarse al morbo popular. Por puro instinto profesional tomó su maletín y salió hasta ponerse a tiro de la voz del sacristán, que para entonces ya había leído la carta de despedida en cinco ocasiones.

La lúgubre y dramática despedida provocó un maremoto de lágrimas y un terremoto de sentimientos de piedad, pero sobre todo implantó un vacío abrumador que todos recordarían como el destierro de la fe y la complacencia del dolor. 

Cuando el joven médico atinó a escuchar la forma y fondo de la carta del cura, sin decir nada a nadie se dirigió al templo convencido que la peor ciencia podría hacer más por el moribundo que la mejor oración. En efecto encontró al párroco decaído y maltrecho, pero contrario a  lo que él creyó entender de la histriónica carta, muy lejos de morir.

Días después, cuando el cura superó  la enfermedad, todos atribuyeron su recuperación a Dios, pero nadie se acordó del médico que le atendió. 




#relato #lostiempos #ronniepierola #peste #coronavirus #cura #religion #dios #ignorancia #literatura #literaturaboliviana #relatocorto


(Imagen tomada de:

https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.amazon.com%2F-%2Fes%2FPankow%2Fdp%2FB08K4SWR4T&psig=AOvVaw3eZH3rbmilLL4FB40ge1oY&ust=1643490783328000&source=images&cd=vfe&ved=0CAwQjhxqFwoTCMjv57yu1fUCFQAAAAAdAAAAABAP)

Comentarios