El profesor, el violador y el portero


La mañana que el profesor Echeverría se enteró que su ex estudiante era un asesino confeso y un violador en ejercicio, se mortificó hasta el alma. En el colegio no estaban sino el portero y su hijo, pues los otros catedráticos se habían ido a la reunión del magisterio y los estudiantes desbandaron en manada ante el rumor persistente de la consigna vieja y oxidada del paro movilizado.

El patio no parecía muy grande, pero había sabido envejecer a la sombra de sus pocos árboles, resistiendo siempre los desgarradores destrozos del tiempo y evadiendo las responsabilidades que no quería aceptar, pero que irremediablemente salían de sus aulas. Al profesor Echeverría nunca le dolieron tanto como entonces las peladuras de cal en las paredes, las grietas dejadas por la nostalgia en los ladrillos y el polvo postrado en las telarañas. Hundido irremediablemente en una trampa de los recuerdos, el profesor se cuestionó el rumbo de sus acciones, rememoró la forma y fondo de la mirada del violador, lo identificó en la muchedumbre de los recreos y en la soledad de los exámenes. Finalmente, vencido por el olvido, reconoció el fracaso de sus intentos y aceptó:

ー No sé qué pudo salir mal.

Joaquín Claros, el portero del colegio, le veía a poca distancia, y adivinando la complejidad que le carcomía, se le aproximó.

ー ¿Qué pasa jefe? ーle dijo.

ー Fue mi estudiante ーrespondió el profesor Echeverría, consumido por la aflicción.

Joaquín Claros era un sujeto pendenciero, acostumbrado a los pleitos de cantina y remachado por el mal hábito de ir a trabajar con el tufo de sus propias excrecencias; sin embargo bajo aquella cubierta ruda y corroída por la vida, tenía la virtud de conocer con detalle la vida y obra de varios de los críos que dejaban sus mejores años en los juegos de patio y las travesuras de aula. Aquella autoridad legítima, que sólo la reconocían los estudiantes de camisa y mandil, le permitió también identificar la ciénaga de culpabilidad en la que anhelaba hundirse el profesor Echeverría y de la cual lo salvó con menos de diez palabras:

ー Lo que pasa ーdijoー es que la sociedad está podrida.

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(Imagen tomada de: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.exceptionalenglish.ee%2Frus%2Fmethod%2Fcommunicative%2F&psig=AOvVaw07TPvCv_zT4W1raREBtVut&ust=1644936183126000&source=images&cd=vfe&ved=0CAwQjhxqFwoTCPDpjf-2__UCFQAAAAAdAAAAABAm)

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