Cándida Sangueza, Leovigildo Retama y la pedofilia


Le pareció mentira tener que aceptar que en pleno otoño del tercer año de la peste aún se mataba y maltrataba como en las épocas de antaño.  No se trataba de un caso aislado ni de una situación rara,  era más bien el pan de cada día,  era el cotidiano hombre que mataba a la siempre frágil mujer.

Cuando se lo contó a Leovigildo Retama, aquel hombre de párpados cansados que durante años había cuidado la hacienda de su abuelo, supo de inmediato que no le entendería. Lo dedujo por su mirada desencajada, por su boca petrificada y sobre todo por esa voluntad resquebrajada que le había dado Dios. 

ー  Se mueren como moscas ーdijo Cándida Sangueza, la nieta de una larga casta familiar, una mujer formada en la universidad y en la academia, por ende alguien crítica de la sociedad. 

ー Ajá ーrespondió Leovigildo Retama.

ー  Pero no es sólo eso ーprosiguió la mujerー  cuando sus hombres las matan,  nadie piensa que esa mujer era una niña cuando se puso a hacer cosas de adultos.  

ー Ajá ーvolvió a asentir Leovigildo Retama. 

ー  Nos está matando la cultura de la pedofilia ーse lamentó Cándida Sangueza. 

ーAjá ーreiteró el hombre. 

ー ¡Y lo hacen todos! ーse exasperóー peca el millonario de saco y corbata que se mete con la niña que se vende a cambio de la fama, el viejo que le regala el teléfono nuevo a la nena a cambio de usar su cuerpo y hasta el pobre que se atreve con la mujer que acaba de dejar el pañal. 

ー Ajá ーafirmó de nuevo Leovigildo Retama. 

Cándida Sangueza suspiró hondo y sintió que su alma se atrofiaba,  sabía muy bien que cada día morían mujeres de quienes se lamentaba únicamente su fin y nadie decía nada de sus inicios, víctimas de una lógica pedófila en la que eran madres desde niñas y amantes desde mucho antes.  Le pesaba saber que el gobierno, el estado, la justicia y la sociedad, solo miraban desde balcón y en ocasiones soltaban un inútil "Ajá" que se perdía en los cementerios. 

Leovigildo Retama la miró,  como quien espera alguna palabra más, como quien escuchó, pero no entendió. Entonces, sin decir más, dejó a la mujer en sus reflexiones y se fue a su casa, ahí la esperaba su mujer, una madre de 5 hijos que había empezado a parir mucho antes que aprender a leer. Al llegar a su casa, la madre de sus hijos le comentó con tono triste: “Mataron a María, la hija del compadre, era tan jóven y ha dejado a sus guaguas solas”.

ー Ajá ーafirmó él.


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(Imagen tomada de: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fnotibomba.com%2Fel-vaticano-tipifica-a-la-pedofilia-como-un-delito-contra-la-vida-la-dignidad-y-la-libertad-humana%2F&psig=AOvVaw26jA8mPOZ0n0Qi6FrVsVlR&ust=1653957165667000&source=images&cd=vfe&ved=0CA0QjhxqFwoTCPCj1uL8hfgCFQAAAAAdAAAAABAJ)

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