La policía, Armenia Cabrera y la confianza




Con la voluntad macerada al sol y con la dignidad hecha pedazos, la oficial Fátima Ruíz se dirigió a casa de su abuela.

ー  Todo se está yendo a la mierda ーle dijo apenas llegó.

ー Lo que pasa es que la confianza se nos va acabando poco a pocoーle respondió Armenia Cabrera, su abuela.

ー  No me refiero a eso ーaclaró Fátima Ruiz.

Mientras su abuela no dejaba de mirarla, la joven oficial empezó un triste relato en el que el agotamiento y la ansiedad habían socavado la esperanza. Sazonado en un caldo de podredumbre, flotaban las menudencias de una policía corrupta, de una institución podrida hasta la raíz cuyo tufo corrosivo era capaz de someter a los pocos honestos oficiales que inútilmente trataban de sobrevivir a un sistema diseñado para corromper. 

ー Policías de alto rango encubren a delincuentes, oficiales se aprovechan de todo y de nada, hasta los más nuevos caen en las redes de la corrupción ーafirmó Fátima Ruíz.

ー Lo que pasa es que la confianza se nos va acabando poco a poco ーrepitió nuevamente Armenia Cabrera.

La joven oficial, aún vestida de verde olivo y con la mirada triste, recordó que su abuela  vivía ya tres años perdida en las nebulosas de una enfermedad invencible. Convencida de que la mujer yacía encerrada en una costra de senectud, reforzó su confianza con el olvido y se decidió por confesarle más a esa mujer de rostro antiguo y sombrero de flores minúsculas. 

ー Si una sociedad no cree en su policía ¿en quién puede creer? ー reclamó la uniformada.

ー Lo que pasa es que la confianza se nos va acabando poco a pocoーvolvió a reiterar la octogenaria.

El abuelo de Fátima Ruíz había sido un policía hecho y derecho, un hombre hecho a cal y canto que se enorgullecía de no haber recibido un soborno en toda su vida. Cuando lo enterraron y recubrieron su tumba con flores y honores de todo tipo y color, ella misma, aún muy niña para entender, supo deducir que en la vida ella quería hacer lo que hizo su abuelo. “Seré una policía”, pensó aquella vez, y no hubo fuerza humana ni santo en el exilio que la pueda persuadir de lo contrario. Por eso era que al enterarse de la miseria en que habían convertido a la institución de orden, a la casa de la ley, se sentía fracasada en su honor, en su orgullo y en su pasión. 

Fue así que supo, sin margen de duda, pero sí con amplio margen de rencor, que las élites políticas y los jerarcas de uniforme habían terminado por enterrar el valor de la Policía Nacional; y supo también que su abuela tenía razón.

ー Lo que pasa es que la confianza se nos va acabando poco a poco ーsentenció una vez más Armenia Cabrera.


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(La ilustración fue realizada por el artista Augusto “Falopapas” Turalla y tomada del siguiente sitio web: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.elcohetealaluna.com%2Fpolicia-y-corrupcion%2F&psig=AOvVaw3S7kYh7qv5DrWXGK67I_Rz&ust=1652388006331000&source=images&cd=vfe&ved=0CA0QjhxqFwoTCKDd5Jen2PcCFQAAAAAdAAAAABAJ se agradece al artista y al sitio web)

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