Juan Retama, su mujer y la hipocresía


Cuando Juan Retama escuchó que su hijo se iba a afanar en la tarea se espantó,  no porque no supusiera que el joven ya se dedicaba desde hace mucho al onanismo, pero sí porque tenía miedo que de tanta dedicación termine por despellejar su hombría.  

María de los Santos, su mujer,  no toleró tamaño malentendido y con un par de carajazos puso en orden a su marido.  

ー  Para que lo sepas ーle dijoー con todo y lo raro que te pueda parecer,  al menos están hablando de un tema importante en el colegio.  Porque si nunca nos dicen de qué hay que cuidarnos, ¿cómo vamos a saber cuando estemos en riesgo?

Juan Retama, fiel a su género, tomó la noticia a broma,  la trasladó al lado vulgar y la devolvió bajo la forma de un chiste. Su mujer, indignada, le recriminó.  

ー ¡Todo lo tomas a burla vos! Luego nadie reclama nada cuando pasa una desgracia y resulta que tras la pareja de la noticia de hoy, está la pedofilia o el estupro del ayer. 

Juan Retama no contestó, sabía que él líder de su partido tenía gustos extraños y reñidos con la moral, por eso fue que decidió salir por la tangente.

ー Es que hay temas de los que no hay que hablar aún con los chicos, hacerlo es peligroso, les abre los ojos ーafirmó.

ー ¿Entonces tú prefieres que los hijos y los padres actuemos como ciegos ante un mundo en el que los unos y los otros tiran y las de allá y las de acá pueden quedar embarazadas? ーcuestionó la mujer. 

ー Tampoco quería decir eso ーtrató de defenderse su maridoー pero el otro día el Mario le ha encontrado a su hija unos condones y la ha castigado, como debe ser, ha cortado de raíz el problema y le ha prohibido salir.

María de los Santos se puso roja de cólera, ya había empezado a hablar y no pensaba parar hasta sacar lo que llevaba dentro. 

ー ¿Y te parece correcto lo que ha hecho tu amigo? ーreclamóー si su hija tenía condones es porque se estaba cuidando, no digo que esté bien, pero tampoco está mal. Si creemos que nuestros hijos son unos angelitos a los que les duele la cabeza porque les aprieta la aureola, estamos equivocados. 

Juan Retama bajó la cabeza, en sus memorias hilvanó el angustioso momento cuando su mujer le dijo que estaba embarazada y ni él ni ella sabían cómo había podido pasar. “Vivimos en una sociedad hipócrita”, pensó para sí mismo el hombre, porque supo identificar que tras tanto discurso moral existía una comunidad ahogada en el morbo. 


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(Imagen tomada de: https://www.pymesyautonomos.com/reflexiones/despues-dormir-siesta-llegara-pausa-para-dar-rienda-suelta-al-onanismo)

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