Aristóteles Vaca, su compadre muerto y el paro

Aquella sofocante tarde de octubre, Aristóteles Vaca sacó de dentro su frustración contenida, él la solía describir como un maremoto en la boca del estómago, una incertidumbre mezcla de flema e indignación que le tenía estropeadas las tripas y que le provocaba una constipación de mala madre.

ー¡Tanta vaina por no querer contarnos como se debe! ーreclamó, mientras en las noticias el vocero de gobierno arengaba contra el anunciado paro cívico y tildaba con erosionados adjetivos a quienes exigían la ejecución de un censo que amenaza con desnudar las trastadas que durante décadas los había mantenido en el poder.

Tras meterse a la boca un cuñapé de esos que nacen de las mejores yucas y que uno solo encuentra en las tierras bajas, se secó la frente que se le derretía ante los treinta y algo grados que asfixiaban a la capital oriental. Consumido por la visión magnífica de un jardín devorado por la maleza y engullido por hojas enormes por las que transitaban hormigas descomunales, sintió que la vida se le iba un poquito cuando un sueño arrollador le obligó a cerrar los ojos y a dormitar entre la realidad y la fantasía.

Bien dicen que dormir nos lleva a morir un poco, y no fue ésta la excepción, ya que Aristóteles Vaca vio en sueños a su compadre Benigno Toro, otro camba de pura cepa y que había muerto por un disparo nunca explicado en una de las tantas fiestas familiares que se realizaban en su chaco.

ーLos paros no son la solución ーcompadre, le dijo el difunto.

ーPero no hay otro lenguaje que entiendan los poderosos ーrespondió Aristóteles Vacaー sabés bien que si no sacamos el censo adelante seguirán votando los muertos.

ーPero este ir y venir de paros y medidas solo llevará a más y más inestabilidad ーrefirió Benigno Toro ーademás tenga en cuenta usted que los que promueven el paro tampoco son angelitos y que aquí se juegan también varios intereses.

ーLo sé ーdijo Aristóteles Vacaー pero entre apoyar a los que hoy tienen el poder y los que reclaman por que nos cuenten de una vez, apoyaré a los segundos.

ー Sabés que esta es solo la mecha de lo que puede ser un problema mayor ¿verdad? ーcuestionó el muerto.

ーMirá que quizás solucionan el paro negociando ーrespondió el compadre.

Mientras aquel camba viejo, querendón de su tierra y orgulloso de su gente, despertaba de aquel sueño diurno, notaba que su compadre Benigno Toro no tenía ojos y se evaporaba en el sopor de la tarde. Para un hombre como él, de bigote abundante y canoso, pelo espeso y despeinado, y carácter fuerte y ameno, la vida era cosa sencilla: la solución pasaba por buscar consensos y dejarse de vainas.


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(Imagen tomada de: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.freepik.es%2Fvector-premium%2Fprotesta-politica-silueta-manifestantes-manos-sosteniendo-megafono-pancartas-banderas_5098682.htm&psig=AOvVaw3qSQrMDDHZNayAEASFSNUF&ust=1666559094323000&source=images&cd=vfe&ved=0CA0QjRxqFwoTCNCWkMne9PoCFQAAAAAdAAAAABAO)

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