Bolivia Bolívar, sus 9 hijos y el paro

Sumida en la más absoluta impasibilidad, quizás devorada por los reiterados años de olvido o empolvada por el aserrín que iba acumulándose sobre ella desde los tiempos de la Independencia, Bolivia Bolívar escuchaba impávida la efusiva discusión que ebullía delante suyo; sus nueve hijos se enfrascaban en una lucha verbal que parecía coronar el problema que alguien supo mal poner sobre la mesa: el paro.

La prole en pleno parecía moverse únicamente entre los extremos del máximo conflicto o la excesiva indiferencia, para algunos el tema no pasaba de ser una escaramuza motivada por quién sabe qué vainas, en tanto para otros era la auténtica lucha por la libertad. Bolivia Suárez escuchó cómo su familia en pleno desmenuzaba las mollejas y los intestinos que sazonaban el insano consomé de la realidad nacional.

ー  El paro no puede seguir ー afirmaba unoー ¡es un suicidio!

ー  Pero si no hacemos algo este gobierno corrupto estará en el poder por otros 14 años másー respondía otro.

ー  Pero recuerden que aquí ni los unos son angelitos ni los otros son querubines ーaseveraba un tercero.

Saturada de la cháchara, hastiada de las imposturas y fastidiada de las irreverencias, Bolivia Bolívar inhaló aire. En ese instante la mujer parecía más una momia que un ser vivo, su rostro estaba cuarteado por miles de arrugas que habían nacido, una a una, de las peleas que contínuamente sostenían sus hijos. Asentado sobre su cuerpo, una capa de polvo la hacía ver más vieja que el tiempo, y como ya ni se movía, parecía que estaba ahí sentada desde mucho antes de la fundación de la República.

Esforzando su pellejo, expulsando el poco aire que le quedaba dentro, dijo: 

ー ¡Ustedes son unos levudos! El problema nace de los abusos del poder, y así como el gobierno nacional es un corrupto, también las autoridades regionales son de lo peor. 

Bolivia Bolívar tuvo que extremar esfuerzos para lanzar una segunda carga de verdades:

ー En el país debieran pelear con el mismo ahínco por tener un poder judicial independiente que detenga estas trastadas, y se debieran dar cuenta de una vez que los paros y las huelgas son el cáncer que nos devora por dentro, la porquería que nos inunda la mente y el motivo principal del subdesarrollo; y peor lacra son los políticos de morondanga que duermen entre las sábanas del poder y que obligan al pueblo a medidas extremas por sus corruptas vainas.

Los nueve hijos se detuvieron en pleno, no porque hubiesen escuchado las verdades que bien supo afirmar su madre, pero sí porque alcanzaron a sentir dos suspiros casi inaudibles que les pareció podían ser los últimos alientos de una mujer que ya parecía más muerta que viva.

Como nadie entendió lo que en verdad quiso decir Bolivia Bolívar, la discusión prosiguió y fue por el camino de siempre: de las palabras se fueron a los gritos, y de estos a las manos, y finalmente al enojo irreconciliable.



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(Imagen tomada de: https://caracol.com.co/)

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