La comisión, la ingenuidad y la mentira


Cuando la comisión llegó, aquel país rodeado de montañas, donde se mascaba coca y se celebraba al demonio en festividades de ocasión, sintió que la esperanza renacía; pero ese sentimiento, sesgado por la corrupción, inundó únicamente el corazón de los ingenuos, de los engañados y de las autoridades de gobierno.

Augusto Pernicioso y sus amigos, no fueron la excepción. Los estudiantes de próximo egreso de la universidad más pobre del país, izquierdistas de temporada y trotskistas por conveniencia, sintieron que por fin el mundo podría escuchar su verdad, desnudar las supuestas injusticias, desterrar  la mentira y erradicar la manipulación.

ー ¡Por fin serán vengadas las víctimas de la represión! ーmanifestó uno.

ー ¡El mundo sabrá sobre el golpe! ーproclamó el otro.

ー ¡Se hará justicia! ーindicó un tercero.

Su profesor, Cándido Maizal, que pasaba por ahí, los escuchó. 

ー No es tan simple como creen ーles dijo. 

Cándido Maizal, que era un profesor con amplia experiencia, tenía la virtud de leer entre líneas las noticias que se reproducían en los periódicos, se compartían en las pantallas y se escuchaban en las radios; y sabía muy bien, desde hace tiempo ya, que las instituciones eran tal y como cualquier parroquiano: un simple y llano sujeto de la corrupción.

ー  Es que la comisión tiene una ceguera crónica ーcomplementó el viejo profesor.

Augusto Pernicioso, que a su vez era un estudiante de poco futuro, pero de lengua larga,  se animó a replicar: "pero la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es un organismo internacional, se supone que es imparcial".

El profesor tuvo la intención de replicar a su estudiante con argumentos simples, de recordarle que las víctimas a quien él se refería venían a las ciudades garrote en mano a incendiar y destruir, que el golpe que él denunciaba era la consecuencia directa del fraude monumental de años de engaños del gobierno y que las persecuciones que él recordaba eran parte de una justicia manipulada hasta el tuétano por el brazo largo del poder; pero que todo eso la comisión no lo iba a ver, por el simple hecho que eran afines a los tiranos de aquel entonces. Pero no dijo nada de eso, porque él mismo sabía que en esa pequeña charla replicaban la lógica eterna de los contrarios en discordia, aquella que nunca termina bien, esa que se aprovecha de la ingenuidad y se basa en la mentira. Por eso fue que concluyó: 

ー  Son la misma vaina que nosotros,  tienen su corazón inclinado a algún lado ーrespondió el académico.



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