El arrebato de María Gloria de la Santa Gracia

El arrebato duró poco en relación al significado, sentido y costo  del regalo suntuoso de la cooperativa aurífera que aquel diciembre decidió regalar a sus afiliados un coche por cabeza. Tamaña generosidad, semejante dádiva y tan exagerada dotación, no pudo evitar estar en el ojo del ciudadano de a pie que a duras penas rasgaba su malogrado salario para llegar a fin de mes.

Sabido y conocido era el hecho de que los mineros pagaban un mísero aporte por la explotación de un recurso tan ansiado como el oro, pero nunca nadie imaginó que alguien pudiese darse el lujo de regalar, en lugar de canastones, coches de alta gama y egocentrismos de última generación.

ー ¡Se me van al cuerno! ーdijo suavemente María Gloria de la Santa Graciaー mientras cargaba a duras penas el canastón que le dio el sindicato al cual pertenecía. 

La mujer, que trabajaba de sol a sol, no podía comprender que algunos ganen tanto, mientras tantos sufrían el calvario de la miseria. Para ella, que sabía lo que es sufrir, las fiestas no eran tema de alegría, era el tiempo del año donde más se notaban las diferencias sociales, los enriquecimientos ilícitos y los abusos del poder.

Por ese tiempo su concubino contraería una fuerte afección que ellos atribuirían al Covid, pero que en realidad era dengue. Ese mismo mes, la mujer ayudaría a la patrona de su empresa a elegir si iba a asistir a la fiesta de las amigas ricachonas o a la cena de las damas de sociedad, en cualquiera la cuota era el sueldo de meses de la pobre mujer. 

Por eso era que María Gloria de la Santa Gracia, sentía el arrebato de la injusticia de una sociedad desequilibrada y loca, en cuya noche de Año Nuevo, debía velar a un concubino que era ignorante como él solo, pero que la amaba como nadie. 

Así fue que mientras en los cielos estallaban los cohetes de la celebración, en su corazón se partían los pedazos de la desilusión. Por ese ruido aturdidor fue que no sintió el susurro de su difunto marido, que en su camino al Más Allá, le dijo:

ー Te espero al otro lado mi María, ahí ya no sufrirás nada, porque en la muerte basta y sobra el amor, y los que en esta vida tanto valor le dan a las cosas, no podrán descansar en paz, porque de este mundo de morondanga no te llevas nada.



Imagen tomada de: https://eldeber.com.bo

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